A mi vuelta de Estados Unidos
intenté superar la experiencia Welles dedicando mi tiempo
principalmente a la distribución. Por entonces operaba con la
sociedad Cineteca, S.A., que pretendió y consiguió ser una
apreciada marca en la explotación en versión original. Con la ayuda
de un viejo luchador de la distribución, Fernando Vidal, creé una
red de agentes en toda España, personas que operaban en el ámbito
de una determinada zona y se ocupaban con devoción de los
lanzamientos de las películas. Conseguí lanzar títulos de gran
éxito, como la argentina "La Raulito"; "Padre Padrone", de los
hermanos Taviani y Palma de Oro en Cannes; "El árbol de los
zuecos", de Ermanno Olmi, también Palma de Oro, y así hasta cinco
Palmas en años consecutivos. Pronto decidí aplicar esta red de
distribución a películas españolas y comencé distribuyendo "Morbo"
y "Al diablo con amor", ambas de Gonzalo Suárez.
Gonzalo, gran escritor y director,
famoso por su proyecto de "Las diez de hierro", es una de las
personas más inteligentes y divertidas del cine español. Desde el
día en que nos conocimos, comiendo en el Rincón de la Ternera,
simpatizamos y me pidió casarme con él (profesionalmente, por
supuesto). De este matrimonio, del que él se ha querido liberar en
ocasiones, han resultado películas, series de TV y una gran
amistad. "La loba y la paloma", "Remando al viento", "Los Pazos de
Ulloa" y "El portero" son algunos de nuestros trabajos. "La loba y
la paloma" debía ser interpretada por Ana Belén y la iba a
coproducir Víctor Manuel, que ya había sido socio de Gonzalo en
películas anteriores. Un par de malentendidos y las dificultades
que la presión del Gobierno franquista ejercía sobre los cantantes,
hicieron que finalmente Víctor y Ana renunciaran a participar
económicamente en el proyecto. Contrariados con esta decisión,
Gonzalo y yo decidimos sustituir a Ana Belén por una joven actriz
francesa, Muriel Catalá, a quien acompañaron Carmen Sevilla, Donald
Pleasence y Michael Dunn. Donald era bastante famoso por "La noche
de los generales", de Anatole Litvak, y tanto él como los otros
actores extranjeros eran parte de mi esfuerzo por diseñar un
producto internacional. Un completo disparate en esa época, porque
intentamos vender la película como si fuera de género cuando en
realidad era un filme rabiosamente de autor. Donald y Michael
pasaron unas semanas muy agradables en España y consiguieron
divertirse con su trtabajo, pero dudo de que llegaran a entender lo
que Gonzalo pretendía. Con "La loba y la paloma" comencé a producir
películas más españolas de concepto y con ellas intenté
introducirme en el mercado nacional. Me daba cuenta de que, para
concretar un proyecto de empresas sólido, debías consolidarte en tu
propio mercado.
Casi simultáneamente preparé y rodé
"El asesino no está solo", dirigida por Jesús García de Dueñas,
crítico de cine y marido, entonces, de la actriz Charo López. No
recuerdo como llegué a Jesús; lo que sí recuerdo es que la historia
estuvo inspirada en un guión americano escrito por Harry Horner,
nunca producido, que había llegado a mis manos a través de Bob
Lewis, un productor americano afincado en Londres. Jesús Torbado,
cuya primera novela, "Las corrupciones", intenté producir y con
quien había establecido una buena relación, fue el encargado de
confecccionar el guión. Contratamos a Lola Flores y dimos una
segunda oportunidad a Teresa Rabal, que había debutado conmigo en
"El complot de los rebeldes".
Los sistemas de financiación
existentes en la época franquista estaban vedados para personas y
empresas como la mía. Bastante teníamos con obtener los permisos de
rodaje, con que se nos aprobaran las coproducciones y, finalmente,
con que la censura autorizase la exhibición de nuestras películas.
La vida de un productor en esa época -salvo para los privilegiados:
Cesáreo González, Benito Perojo, Manuel Goyanes y algún otro- se
repartía entre ir al banco a pedir créditos, descubiertos y
descuentos de letras, y el Ministerio de Información y Turismo, que
por entonces estaba en el actual Ministerio de Defensa.
Estas películas fueron financiadas
con muchos esfuerzos y alguna ayuda de proveedores y amigos, pero
sobre todo con los adelantos de distribución que de mis agentes
regionales lograba obtener a cuenta de la explotación de éstas y
otras películas extranjeras que iba adquiriendo y para lo que, en
opinión de todos ellos, tenía un gran instinto. Curiosamente, en
los primeros 15 años de mi actividad siempre se me han negado
aptitudes de productor y, sin embargo, una capacidad especial para
"descubrir" cine extranjero, promocionar y lanzar bien estas
películas. Quizá por ello, más tarde, conseguí comprar para España
películas como "El último emperador", "Bailando con lobos" y
"Paseando a Miss Daisy", las tres ganadoras del Oscar a la Mejor
Película de los años 87, 88 y 89.
Durante 1974 rodamos "The Sky Is
Falling", más tarde titulada, para España, "Las flores del vicio".
Éste fue un proyecto que se inició al frecuentar en Mojácar
(Almería) a Silvio Narizzano y Win Wells. Era un guión disparatado
que recogía las experiencias personales de un grupo de expatriados
en ese pequeño pueblo, con el que tuve múltiples contactos en los
primeros años setenta. Allí rodé otras dos películas, "La isla del
tesoro" y "Diabólica malicia", además de "Las flores del vicio".
Allí tenían casa Julio Feo y Ángela Kutch y Antonio Bienvenida, el
torero, y había toda una calle, llamada de los Embajadores, donde
diplomáticos alcohólicos y homosexuales se refugiaban de la España
beata e intransigente. Los primeros años 70 los asocio totalmente a
Mojácar. Para rodar "The Sky Is Falling traje a Dennis Hopper,
quien se presentó en Madrid con una pequeña bolsa en bandolera y un
billete Alburquerque-Madrid-Alburquerque, que le había enviado.
Aprovechamos su breve estancia en Madrid para presentar por primera
vez en España "Easy Rider". Esta presentación se organizó gracias a
la iniciativa de Jos Oliver, por entonces hombre de gran influencia
sobre el director de la Filmoteca, en su sede de la calle Infantas,
con la sala a reventar.
Mi productora, Eguiluz Films, y la
distribuidora, Cineteca, funcionaban en los años setenta sobre la
base de que la segunda ganaba dinero distribuyendo películas
extranjeras y la primera lo perdía con las películas que hacía.
Distribuíamos de todo, desde Festivales Keaton y Chaplin hasta
películas húngaras como "Amor", de Károly Makk, y títulos de István
Szabó, Pasolini, Bresson, Resnais y otros grandes directores junto
a oportunistas películas pseudo-porno. Obtuvimos grandes éxitos
comerciales con "Padre padrone", "La Raulito", "Libertad sexual en
Dinamarca", "Carta de amor de una monja portuguesa" y "Garganta
profunda en Tokio". Sólo así se explica que en tiempos en los que
los bancos estaban cerrados a cal y canto para aventuras tan
arriesgadas como las mías, pudiéramos financiar proyectos tan
insólitos como "Las flores del vicio" cuyo reparto, aparte de
Dennis Hopper, contaba con Caroll Baker y Richard Todd, además de
la española Yvonne Sentís.
Terminar el rodaje fue muy duro;
las diferencias personales de Silvio y Win con Dennis acababan a
diario en insultos frente a un equipo sorprendido. Vivimos muy
intensamente la vida bohemia, alcohólica y drogata de Mojácar, y en
esta película Marco, mi hijo mayor, que entonces tendría seis o
siete años, hizo un papel. La película la empezó él y la terminó un
doble; evidentemente, su vocación no era la de actor.
Con Franco moribundo comencé a
rodar "La querida", que escribieron José Manuel Fernández y
Romualdo Molina, jefes del Departamento de Adquisiciones de TVE,
con quienes había establecido relación vendiendo mis películas a
televisión. Por entonces estaba muy impresionado con la película
"Darling", con Julie Christie, y les encargué "algo semejante".
Rocío Jurado fue nuestra Julie; Fernando Fernán Gómez hacía las
funciones de John Schlesinger como director y de Dirk Bogarde como
actor. En vez de modelo, convertimos al personaje en cantante.
Fernando aceptó hacer la película por razones alimenticias -así lo
suele llamar él- y resultó un pequeño desastre, aunque muy
divertido. Manuel Alejandro, gran persona y mejor músico, compuso
doce canciones para Rocío, que durante casi 25 años han seguido
siendo la base de su repertorio. Paco Gordillo, prestigioso manager
de cantantes -por entonces acababa de abandonar a Raphael-, se
ocupaba de Rocío y fue coproductor de la película. En esos días,
Rocío estaba muy enamorada de su novio, Pedro Carrasco, y tenía
verdadero pavor a que éste se enterara de que se rodaban escenas
con inocentes desnudos de pechos. Al final, los hicimos con una
doble y Rocío se enfadó muchísimo.
Estrenada "La querida", gozó de
cierto éxito, ya que un juez de Córdoba me procesó junto a Fernán
Gómez y los guionistas, por escándalo público, debido a que en la
publicidad insertamos una frase que la protagonista decía a la
periodista Pilar Trenas en el filme: "En mi pueblo la que a los
quince no ha estado con un hombre en la era es porque es un
marimacho".
Un año después se celebró el juicio
en la Audiencia de Córdoba, en el que, gracias a la defensa del que
luego sería senador socialista Joaquín Martínez-Bjorman, fuimos
absueltos. Recién acabado el rodaje de "La querida", murió Franco y
me separé de Tarja.
Esta película me hizo conocer a
Emma Cohen, ya entonces compañera de Fernán Gómez, a la que produje
el corto "Quería dormir en paz", basado en un cuento de Ignacio
Aldecoa, con Fernando y Manolo Alexandre. Rodado muy correctamente,
el corto apenas se ha visto y no parece que sirviera a Emma para
continuar su carrera de directora.
En 1976 y 1977 mantuve muy poca
actividad como productor, aunque estuve muy atareado como
distribuidor. "La Raulito", una película argentina que adquirí
gracias a mi amigo Jesús López-Patiño, fue todo un acontecimiento
en Madrid. Por entonces, ejercía de director en el Mercado del Film
del Festival de San Sebastián y tuve oportunidad de relacionarme
con muchísimos distribuidores y productores latino-americanos. Ello
me llevó a Buenos Aires, donde me acompañó Jesús, y de ese viaje
guardo recuerdos imborrables. Me sumergí en lo más profundo de la
Argentina, en unas semanas muy intensas donde me encontré con
muchísima gente. Si hago caso a Jesús, con varias generaciones
completas de argentinos. Me consta haber intimado allí con Leopoldo
Torre-Nilsson y su mujer, la escritora Beatriz Guido; con Raúl de
la Torre y la actriz Graciela Borges; con los directores Héctor
Olivera y Francisco Ayala, todos ellos relevantes personalidades
del cine de allí. También conocí a militares, políticos y, sobre
todo, dirigentes de fútbol y jugadores. Presencié un River-Huracán,
en buenos Aires, y un Argentina-Brasil, en Córdoba. Mi relación con
Argentina se prolongó y acabé hospedando en mi casa de Madrid a
Marilina Ross, la estrella de "La Raulito", y coproduciendo con
Lotus Films, "La Raulito en libertad".
Por estos mismos tiempos, y creo que
también a través de Patiño, conocí a Diego Santillán, el hijo del
famoso anarquista español Diego Abad de Santillán, que acababan de
volver a España, todavía con Franco vivo y gracias a la
intervención de su paisano Rodolfo Martín-Villa. Martín-Villa era
por entonces un importante hombre del Movimiento, pero que, como
muchos otros falangistas, tenía una rara simpatía por los
anarquistas, sobre todo si eran viejos y estaban retirados de la
acción política.
Con Diego Santillán y su socio Luis
Galindo, rodamos "Por qué perdimos la guerra", que fue una película
hecha con material de archivo y entrevistas a políticos del período
de la Guerra Civil. Fue una de las primeras películas que
estrenaron los cines Alphaville y un experimento dificil de repetir
hoy.