Manolete no sólo revolucionó el
arte del toreo en la posguerra española, sino que su amor por la
bella actriz Lupe Sino desafió a los estrictos convencionalismos de
la época. Mientras el matador se convirtió en todo un símbolo
nacional, ella -"un tercio Ava Gardner, un tercio Carmen y un
tercio problema"- fue sin duda una mujer fuera de lo común, que
robó el corazón al torero.
Ambos vivieron un intenso amor
dominado por la pasión y los celos, y que desembocaría en un
trágico final en la plaza de toros de Linares (Jaén).