Esta película se presenta bajo una
forma que no se parece a ninguna otra película hecha hasta ahora.
Son, en realidad, dos películas que se desarrollan al mismo tiempo,
a veces casi simultáneamente.
La primera de ellas:
La crónica (una crónica de
apariencia "documental")de un solo día de la vida de un hombre.
(No hay ningún aspecto del arte
dramático -por modesto que sea- que no se base en ciertas
convenciones. El cineasta trabaja como un novelista. Su punto de
vista es el de Dios, en el sentido de que pretende ser omnisciente.
La premisa es que él lo sabe todo sobre su historia y que lo que
decide contar es el compendio de su propia elección de materiales.
En esta película adoptamos una nueva convención. Eliminamos el ojo
de Dios del cineasta, al menos aparentemente).
La primera de nuestras películas
(aunque las dos juntas constituyen una sola película) se compone
supuestamente del material "documental", filmado y grabado durante
las últimas horas de la vida de un hombre.
Este hombre es J.J. Hannaford,
conocido como "Jake" Hannaford por casi todo el mundo, incluso por
la gente que no le ha visto nunca, e incluso por el público.
Como Hitchcock, era más que un
nombre. Como Hemingway (que tanto se parecía a él) era, aun al
margen de su obra, una celebridad mundial.
Como director cinematográfico
figura entre los poquísimos -media docena, más o menos- cuyo lugar
en la historia parece asegurado para siempre y que, fuera de toda
discusión, merecen ser llamados "grandes". Tan versátil como Hawks
(pero más poético), tan poético como Ford (pero menos sentimental),
Jake Hannaford pertenecía a su misma generación, aunque no
realmente a su mundo. Como Rex Ingram (ahora un nombre casi
olvidado), Jake fue un vagabundo. Trabajó, la mayoría de las veces,
tan lejos como pudo de los estudios de California. Trabajaba para
Hollywood, pero llevó sus cámaras por todo el mundo. Sentía
preferencia por los lugares distantes y difíciles, por lo exótico,
por los confines de la tierra. Y cuando no se hallaba en un país de
caza mayor, en las tundras heladas o en las junglas tropicales, el
lugar en que más "en casa" se sentía era España (también como
Hemingway, al que se parecía en tantas cosas).
Su hogar en América era un rancho
en el desierto, y fue allí donde se filmó y grabó el material
"documental" que constituye nuestro retrato de este hombre. La
ocasión fue una fiesta de cumpleaños, ofrecida en su honor por una
de sus más antiguas y fieles amigas, aquella fabulosa "femme
fatale" de principios del sonoro, Zarah Valeska. Zarah había
decidido que era ya hora de que la gente nueva de la profesión de
Hannaford lo conociera y hablase con él. Esta profesión era la de
cineasta, naturalmente, y él pertenecía a ese nivel en el que no es
tanto una profesión como un arte. No existe ningún testimonio
evidente de Hannaford en el que se refiera a sí mismo como artista.
Estaba exento de toda pomposidad. Intelectual que tendía a
mostrarse como un fenicio, su cultura era muy amplia (si no
profunda) , pero le gustaba aparentar que era prácticamente un
iletrado. Un hombre así tenía que estar, por supuesto, en abierta
contradicción con la nueva generación de cineastas que desprecian
el cine en tanto que "industria" y lo respetan sólo cuando aspira a
ser algo más "serio" que un entretenimiento.
La fiesta de cumpleaños que Zarah
Valeska organizó para su viejo amigo se había concebido, pues, como
una confrontación entre Jake y esos nuevos cineastas de una más
joven generación. En esto -como en casi todo lo demás- la fiesta
fue un fracaso.
[...] Así como a menudo se
desarrollan dos temas distintos en una misma obra musical, dos
películas se mezclan en contrapunto dentro de esta única
película.
Como hemos dicho, la primera es la
crónica documental del último día de la vida de Hannaford.
La segunda, la propia película de
Hannaford -(ésa en la que estaba trabajando antes de su muerte)- se
muestra durante la acción de la otra. Se les proyecta a los
invitados de Hannaford en la sala de proyección privada de su
rancho. Quienes ven esta película son personajes de la otra
película, de la historia documental. La acción de esa película es
parte integrante del "documental".
Pero la película de Hannaford tiene
existencia propia. Cuenta su propia historia independiente.
En cierto modo, cada película es un
comentario sobre la otra.
La película de Hannaford cuenta la
simple historia de un chico y una chica (en cuyos detalles no es
preciso entretenernos aquí) y está concebida como una especia de
sueño. El propio Jake hubiera rechazado la palabra "surrealismo",
pero nosotros tendremos que emplearla para describir su última
película.
Como cineasta fue siempre
arriesgado y, a menudo, abiertamente experimental. Hizo muchas
películas populares, pero incluso sus producciones comerciales
estaban investidas de un espíritu de búsqueda, de una audaz
inclinación a moverse por zonas aún inexploradas, para hallar
formas nuevas y nuevas dimensiones. No es que fuera un director
"artístico" (odiaba este tipo de cosas), sino que era,
sencillamente, un explorador por naturaleza, un pionero que
cabalgaba por delante de casi todos los demás, siempre cerca de la
frontera.
Su última película pertenece, pues,
a un tipo de cine muy nuevo -(hecho por un viejo director)-, es un
experimento y también un reflejo de su autor.
Su héroe y su heroína se hallan
-tras una serie de aventuras- "acampados" en lo que antaño fuera un
estudio cinematográfico, entre los derruidos restos en cartón
piedra de pueblos chinos, palacios persas y barrios bajos
neoyorquinos, construidos, tiempo ha, para películas hace tiempo
olvidadas. Ambos llegan al final de su propia historia en un mundo
extraño, espectral, donde nada es real ni lo fue nunca, y donde
ahora incluso la ilusión de realidad se convierte en polvo.
Han llegado, en efecto, a las
ruinas de Hollywood.
Han llegado al fin del mundo de
Hannaford.
Al final de todo, Hannaford se
estrella con su coche y arde en llamas.
[...] Quizá la máxima paradoja
sobre el más paradójico de los hombres fuese que Hannaford pudo, en
definitiva, haber llegado al punto de sentirse aburrido de
Hannaford.
Este simple hecho puede estar en el
fondo del misterio de su suicidio... si fue un suicidio.
[...] Era un hombre con muchas
máscaras. En su fiesta de cumpleaños, los periodistas tratan de
arrancárselas. ¿lo consiguen? El verdadero misterio, tal vez, no
resida en la naturaleza de su muerte, sino en el carácter de este
hombre, en la verdad definitiva sobre el artista, el creador de
máscaras detrás de las máscaras- Si realmente lo dijo todo sobre sí
mismo con su arte, ¿queda algo que alguien pueda decir sobre al
artista?
Hannaford era un creador de
imágenes. Éstas tienen vida propia en la pantalla. ¿Había algo
detrás de ellas, detrás de la pantalla? ¿Algo que importe
finalmente... salvo otra máscara?
ORSON WELLES