Para hacer justicia, hay que
empezar dejando claro que esta película que, después de algún que
otro contratiempo, se estrena el próximo viernes, no existiría sin
la iniciativa y el trabajo de Rafael Álvarez. No ha intervenido
directamente en el desarrollo del guión, ni tampoco en la elección
de los actores (aunque es dificil encontrar peros a su
interpretación), pero de él partió hace diez años la idea de hacer
una película que tuviera como fundamento el monólogo de "Lazarillo
de Tormes" que él representaba en su versión teatral. Por lo tanto,
puede decirse con toda justicia que El Brujo es el padre de la
criatura.
Seguramente es algo que ya se ha
advertido, pero también hay que aclarar que la película no es una
adaptación en el sentido estricto de la novela picaresca "Lazarillo
de Tormes", pues la mayor parte de su acción transcurre cuando
Lázaro es ya un hombre mayor. Por este motivo se titula "Lázaro de
Tormes", y las referencias a Lázaro niño, Lazarillo (al que da vida
magníficamente Manuel Lozano), son muy escasas.
En la historia de nuestro cine ya
se han llevado a cabo con anterioridad acercamientos a la obra del
siglo XVI. Las versiones de Florián Rey y César Fernández Ardavín,
realizadas en 1925 y 1959 respectivamente, son las más conocidas;
aunque ninguna de las dos me sirvieron de base o siquiera de ayuda
para escribir el guión de "Lázaro de Tormes". La primera de ellas
por el simple hecho de que no la he visto, y la de Fernández
Ardavín no habría sido útil para mi propósito, ya que se trata de
una adaptación muy fiel del original.
Desgraciadamente, por motivos de
salud tuve que abandonar a mitad de rodaje, cuando ya estaba todo
en marcha. En un principio, mi intención era, además de dirigir la
película, interpretar el breve papel de El ciego. Paco Rabal me
sustituyó como actor, y el productor Andrés Vicente Gómez consideró
adecuada la elección de mi amigo José Luis García Sánchez como
sustituto en las labores de dirección. Con García Sánchez nos
limitamos a tener unas conversaciones previas después de que él
hubiera visto lo que ya se había rodado y antes de que se
incorporase al trabajo. Fue un cambio de impresiones rápido en el
que estuvimos de acuerdo en líneas generales. Creo que, aparte de
ese cambio de impresiones, García Sánchez ha trabajado con total
libertad, tanto durante el rodaje como en la parte posterior del
montaje. Lo que no ha podido, como es obvio puesto que se incorporó
una vez iniciado el rodaje, es elegir el reparto, las
localizaciones y aprobar o desaprobar la mayoría de los decorados.
No sé hasta qué punto este "imprevisto" ha afectado al resultado
final de "Lázaro de Tormes", con el que debo decir que estoy muy
satisfecho. De cualquier forma, me parece que es imposible
saberlo.
El deseo de reflejar la actualidad,
así como el escaso interés que generalmente despierta en los
cineastas actuales la adaptación de los clásicos, o las
dificultades de financiación para realizarlas, provocan que "Lázaro
de Tormes" tenga un carácter insólito en la cartelera nacional. Sin
embargo, Andrés Vicente Gómez me dijo que aceptó la idea de Rafael
Álvarez, entre otras razones, porque todas las películas que había
producido sobre temas de la literatura clásica le habían dado muy
buen resultado, de crítica y económico. En cualquier caso,
obviamente no tengo ni la menor idea de cuál va a ser la respuesta
del público a "Lázaro de Tormes". Yo sé que al público le ha
gustado mucho "Lo que el viento se llevó y Casablanca", pero si me
hubieran pedido, antes de los respectivos estrenos y tras
enseñármelas en proyecciones privadas, mi opinión sobre la acogida
que recibirían por parte del público, no habría sabido qué
decir.
FERNANDO FERNÁN GÓMEZ.