La lectura de la novela me impactó.
Dos cosas me llamaron poderosamente la atención en ella. La primera
era la relativa a la historia de aprendizaje de ese adolescente que
nace y se educa en un mundo complejo y casi desgarrado, del que
bien pudiera haber extraído una impresión sombría o tenebrosa y,
sin embargo, gracias a las intensas relaciones que mantiene con
mujeres de mayor edad que él, obtiene una impresión armoniosa,
vital y tolerante de la vida. Pero la novela tenía más. Yo extraía
de ella un segundo elemento que redondeaba la reflexión a que me
inducía el primero: la violencia la emplea aquél que no puede
seducir o aquél que cree que no se puede seducir [...]
En seguida me entraron ganas de
hacer una película basada en ella. Fue Andrés Vicente quien tuvo la
idea de españolizar la novela. En el trasvase se ha perdido algo
del sentido de la tolerancia centroeuropea y a cambio se ha ganado
un humor absurdo muy español. Azcona tiene el arte de introducir
ideas complejas del modo más sencillo, siempre apegado a la
realidad, con humor. Sus diálogos son cortos, agudos y auténticos.
Su sello duro-tierno era el tono que buscaba. Ha sido una gran
experiencia trabajar con él. También Vizinczey manifestó su
satisfacción con este guión. Durante la Guerra Civil española se
dieron los mismos paralelismos de libertad y ausencia de libertad
que en la Hungría de la Segunda Guerra Mundial.
MANUEL LOMBARDERO