[...] Ha habido alguna versión más
o menos libre de Fuenteovejuna o La Celestina, pero una obra del
Siglo de Oro en verso, respetando el verso y haciendo una
adaptación que no sea nada parecida a una representación teatral,
no se había hecho hasta ahora.
Siempre he pensado que era un
fenómeno muy raro. Creo que, tal vez, la explicación se pueda
encontrar en que, históricamente, tenemos una industria
cinematográfica un tanto extraña. Y, ahora, en los últimos tiempos,
en que parecía que los productores del cine español se atrevían a
romper un poco los esquemas, resulta que sólo lo hacían con
realizadores que empezaban y para contar temas sobre los jóvenes de
hoy en día. Pero, mientras, yo pensaba que faltaba por hacer esto,
hasta que un día me dije: voy a ser yo quien lo haga
[...]
Una vez que decidí lanzarme a
llevar un clásico español y en verso al cine, y como sabía que iba
a ser duro tanto el trabajo de convencer a los productores como el
ejercicio con los actores, busqué una obra que fuera transgresora a
la par que moderna. Me quedé con ésta porque estoy absolutamente
convencida de su eficacia y de su actualidad. Trata de un tema
insólito en el siglo XVII: una condesa, una mujer que lucha por lo
que quiere, por el hombre que quiere, mintiéndole y comportándose
de mil maneras para, y no es poco mérito, lograr primero enamorar y
luego casarse con un plebeyo.
PILAR MIRÓ