La primera idea de "El día de la
bestia" pertenece a un proyecto muy antiguo: era una especie de
resumen de los cuentos de Lovecraft, en el que un anciano estudioso
descubría que Cthulhu estaba a punto de resurgir de sus cenizas, lo
que anunciaba el fin del mundo, y tenía pocos días para impedirlo.
Transcurría en Toledo y durante los años veinte. Después, las
primeras versiones del guión se centraban más en la universidad de
Deusto, donde había una serie de crímenes y aparecía un rector
satánico contra el que luchaba un cura anciano, pero esa hubiera
sido una película con menos humor, más dura y más terrorífica
[...]
Se trataba de situar al espectador
en el punto de vista de Ángel para que descubriera, con él, una
ciudad apocalíptica, de la que se traza un retrato muy negro, todo
lo fantástico que se quiera, pero construido con elementos tomados
de la realidad. Llegamos a barajar la posibilidad de incluir unos
sucesos reales, tomados de los periódicos, donde se contaba que
habían desaparecido de los cementerios de Madrid los cuerpos de
cincuenta niños recién nacidos. El cura llega a la conclusión de
que va a nacer el Anticristo precisamente por todo lo que ve en su
recorrido a través de la ciudad. Para reforzar esa sensación de
caos y de bullicio urbano, sacamos el sonido ambiental de la banda
sonora de una película americana que transcurre en Manhattan
[...]
Llegué a rodar dos finales
diferentes. En el que finalmente descarté, Ángel encontraba al niño
y, convencido de que es el Anticristo, le pegaba un tiro en la
cabeza, pero ese desenlace era demasiado brutal y no resultaba
satisfactorio. Me gusta mucho, por otro lado, que sea el cura
fanático quien termine siendo un laico descreído, mientras que el
predicador farsante se convierte en un creyente absoluto.
ÁLEX DE LA IGLESIA.