"El detective y la muerte"
transcurre en una noche, en un espacio mítico que es el reflejo de
nuestro mundo actual. Una ciudad en conflicto, donde cada personaje
busca el sentido a través de la acción, a la sombra del poder y la
muerte.
Una vez leí un cuento de Andersen
en el que una madre perseguía a la Muerte que se había llevado a su
hijo, obstinándose en recuperarlo. El cuento era sádico y
simbólico. La madre pasaba toda clase de vicisitudes hasta llegar a
los demonios de la Muerte....
"El detective y la muerte" nos
propone un viaje que conduce a una realidad reconocible: el poder,
la corrupción, la violencia, la muerte y, en contrapartida,
personajes que nunca claudican e inciden con sus actos en el
acontecer.
La dificultad estribaba en cómo
reconvertir lo fantástico en tangible para el tacto y el olfato del
espectador...
Los demonios de la muerte son una
gran Casa Azul, al borde de un lago, desde donde un poderoso
magnate corrompe gobiernos, negocia con drogas, armas y órganos,
imparte la muerte a su capricho y conveniencia.
Rodamos en un palacio, a 50
kilómetros de Varsovia, donde había estado confinado Walesa y que,
en la actualidad, se utiliza para reuniones de gobierno y recepción
de embajadores. La luz transformó el palacio en Casa Azul y
diciembre, con 14 bajo cero, heló la superficie del lago.
El sueño del poder es crear un
mundo artificial para mejor controlarlo y perpetuarse. Un sueño de
muerte, a su imágen y semejanza.
G.M., el poderoso magnate, recurre
a un sofisticado juguete de realidad virtual para crear ilusión de
inmortalidad, igual que sus ancestros recurrían a las estatuas.
El invernadero de la Casa Azul está
lleno de esculturas que compiten con las imágenes artificiales que
el operador de la película obtuvo a través de reflejos en un
cristal.
La madre del cuento de Andersen
atraviesa un bosque antes de llegar al lago. El bosque es, en la
película, la ciudad.
Se me ocurrió que la madre siguiera
los pasos del detective, en su camino hacia la muerte, y que la
condición para recuperar a su hijo fuera el cambio de una vida por
otra...
Un universo inédito se abre ante
nuestros ojos y sentidos. Ésa es la aventura. Ésa es la
película.
Un pistolero acosa y acecha, como
sombra del detective, por designio de G.M., a quien apodan la "Gran
Mierda", ningún sobrenombre más convincente para designar el
poder.
La Duquesa, bella y madura, espera
al detective en un piso de la ciudad, donde ha ido a recluirse tras
su expulsión de la Casa Azul. Su hija, Laura, ocupa ahora su lugar
en los brazos y en la cama de G.M.
Pocas películas deben tanto a la
luz como "El detective y la muerte", cuya acción se desarrolla en
plena noche. La luz esculpe la oscuridad.
La madre se llama María (María de
Medeiros), el detective Cornelio (Javier Bardem), el pistolero es
un Hombre Oscuro (Carmelo Gómez), Charo López es la Duquesa, G.M.
es G.M. (Héctor Alterio) y Laura (Mapi Galán) es una joven mimada y
perversa.
Todos obedecen al dictado de sus
deseos, su pasión es ley y la ley de la película es el cine. Una
ley imperiosa a la que nadie puede sustraerse cuando las imágenes
imaginadas, valga la redundancia, conectan con la realidad.
Una realidad que María es capaz de
trastocar con la fuerza de su mirada y su inocencia, la misma
mirada inocente con la que el espectador le acompañará, desde la
butaca, para recuperar la respiración.
Ése es el desafio de "El detective
y la muerte", el detective y el cine, es una apuesta que ha
merecido la pena. Por única e irrepetible.
GONZALO SUÁREZ.