El relato original me lo contó por
primera vez un amigo mío, a título confidencial, sobre unos hechos
que le habían ocurrido a él cuando tenía dieciséis años, en un
preventorio de la sierra de Gata, en Cáceres, después de la guerra
civil. De esto han transcurrido once o doce años, y ya en aquel
momento pensé que con ello se podía hacer una película. Para que no
se perdieran los detalles de la historia le sugerí que la
escribiera [...] Sobre esa base, Rafael Azcona y yo empezamos a
escribir el guión definitivo de la película.
[...] En cuando a Manolo, es cierto
que su despertar sexual constituye una de las grandes líneas del
guión, pero hay que tener en cuenta que ese niño, desde la primera
secuencia, ya ha despertado y tiene unos intereses muy claros.
Sabemos desde un principio que está en esa edad en la que no sólo
el sexo, sino también otras cosas ocupan la mente de forma
continua. Es esa época révoltée que yo recuerdo de forma tan nítida
e intensa y que me gustaba recuperar en cierta manera [...] Creo
que Manolo, por educación y ambiente, es lo que podríamos llamar un
niño de derechas, aunque no estoy muy seguro de que tal
calificativo se le pueda aplicar a un niño. Lo cierto es que todos
los personajes de la película, a excepción de Emilio, son de una
moral tradicional y conservadora, llamémosla de derechas, y que
Manolo se mueve en ese contexto. Pero lo que he intentado es que,
como niño, no tuviera una conciencia crítica respecto a esas
cuestiones, y tampoco quería contar el despertar a esa conciencia
crítica.
Él va transgrediendo de manera
visceral todo lo que la moral o las ideas imperantes entonces
prohibían, pero no de forma consciente. Las situaciones le vienen
así y él va cayendo en todas porque es débil y porque no desdeña
ninguna ocasión. Éste es uno de los aspectos que más me
interesaban.
FERNANDO TRUEBA.