Hoy me he quedado huérfano. La
muerte de Bigas Luna tiene un enorme impacto para mí, en lo vital y
en lo profesional. Ha sido el director en el que primero pensaba
para cualquier proyecto a abordar. Desde 1989 cuando -por
recomendación de Luis García Berlanga- me uní a él para realizar
Las edades de Lulú hemos mantenido una fructífera y siempre muy
divertida relación. Ha sido un revolucionario bondadoso, un
auténtico inventor, un transgresor de una intachable honradez
intelectual.
Ha sido un verdadero descubridor de
talentos -recordemos a Penélope Cruz, Javier Bardem, Jordi Mollà,
Verónica Echegui o Ariadna Gil- que, además, acaban
redescubriéndose a sí mismos y haciendo cosas de las que jamás se
hubieran sentido capaces sin la mirada de Bigas. Otros actores como
Angel Jové, María Martín, Isabel Pisano o Ángela Molina tuvieron un
renacer en sus películas. Sus rodajes estaban llenos de alegrías
regadas con aceite, jamón y ajo, con los que nos hacía felices a
todos porque, además, era un creador de complicidades y lograba que
todo el equipo participara en ellas.
Con Las edades de Lulú vivimos una
experiencia muy gratificante aunque llena de sobresaltos.
Necesitábamos dos actrices para hacer el mismo personaje de 16 y 30
años. Y pese a que en los castings nuestra favorita era ya Penélope
Cruz, optamos por la menor y la mayor de las hermanas Molina
quienes, a los pocos días de comenzar el rodaje, abandonaron el
proyecto, lo que nos forzó a descubrir a una futura gran estrella,
Francesca Neri. La película fue un gran éxito de taquilla tanto en
España como en el mundo entero. Ello nos permitió iniciar proyectos
de gran riesgo creativo como fueron la "Trilogía Ibérica", como le
gustaba llamarla: Jamón Jamón, Huevos de oro y La teta y la luna.
Estas tres películas supusieron su consagración como gran director
europeo: premios en los festivales de Venecia, Montreal, Toronto...
y una distribución masiva en el mundo entero, lo que le permitió
trabajar directamente con productores italianos y franceses, hasta
volver conmigo en el año 2001 en Son de Mar, basada en la novela de
Manuel Vicent con guion de Rafael Azcona. Una exaltación de la
carne, sabores y sexo mediterráneos.
Bigas ha sido un moderno del
Renacimiento, un sabio del buen vivir, generoso a la hora de
compartirlo con sus amigos y su familia. Estar con él era una
sorpresa y un experimento permanente. Lo mismo te podía poner un
collar de hormigas, que enseñarte la parte sagrada de la tierra y
sus alimentos, que cantarte una canción napolitana. Siempre
celebrando la vida.
En estos años, y pese a haber hecho
cinco películas juntos, ha habido por lo menos otras cinco que nos
han quedado pendientes. Me gustaría pensar que volveremos a
enredarnos en alguna otra vida. Y que en esta seguiremos añorándole
y queriéndole sus amigos y su extraordinaria familia, Consol, su
mujer, Celia y sus hijas. Con todos ellos comparto el dolor. Un
gran abrazo.
Andrés Vicente Gómez produjo Las
edades de Lulú, Jamón Jamón, Huevos de Oro, La teta y la luna y Son
de Mar.